This is my history

Nací en el seno de una familia bien posicionada, mis padres me procuraban todos los cuidados y atenciones que yo necesitaba, vivíamos en una pequeña mansión situada a las afueras de Ciudad Celeste, claro que yo no me daba cuenta de lo afortunado que era al poder vivir de esta manera, era lógico, pues era un recién nacido.

Así pasaron los años, de los que, a parte de los cálidos abrazos de mi madre y las risas de mi padre, poco recuerdo.

Cuando llego el día de mi quínto cumpleaños, mis padres entraron sonriendo en mi habitación para despertarme, -Felicidades hijo- dijo mi padre, mi madre me abrazo y me dio un suave beso en la mejilla, -Tenemos una sorpresa para ti- dijo.

Mi padre me entrego una pequeña caja, lo que me desilusiono bastante, ya que por aquel entonces pensaba que un pequeño envoltorio no podía contener un gran regalo, pero eso estaba a punto de cambiar.

-¿No lo abres?- me preguntaron.

Desenvolví el paquete sin muchas ganas, -¿Una pokéball?- dije sin disimular mi decepción, cuando la tome en mis manos se agito un poco, luego sin previo aviso se abrió y para cuando me di cuenta, había un pequeño Eevee en el regazo de mi cama.
Sobra decir que me puse loco de contento, pase todo el día jugando jugando con el en la amplia extensión de césped que había en los jardines traseros de nuestra casa, hasta que oscureció y me obligaron a entrar en casa.

Los años siguieron pasando, cuando cumplí seis, entre en una escuela para niños "adinerados" en la que no se permitía llevar pokémon, y muy a mi pesar me vi obligado a pasar cinco horas todos los días lejos de mi cariñoso Eevee, lo que para mi era un verdadero suplicio, ya que los niños del colegio no me caían bien, la mayoría de ellos eran muy egoístas, y siempre querían ser el centro de atención, pero no quiero seguir por esos derroteros, ya que me desviaría de mi historia.

Así paso el tiempo y cumplí siete años, Eevee era mi mejor amigo, y siempre estaba con el, con lo que conseguía apartar un poco el hecho de que mis padres viajaran mucho, y muy a menudo, me veía solo en la casa, sin mas compañía que el personal que trabaja en ella y mi fiel compañero.

Pasó otro año, y los viajes de mis padres aumentaban cada vez mas, ellos procuraban que yo no me diera cuenta, pero las cosas no iban bien en casa.

Aunque trataba de ocultarlo, mama siempre andaba preocupada, papa trabajaba mucho y se veía ojeroso y enfermizo.